viernes, 22 de mayo de 2009

RODRIGO ALEMAN

Rodrigo Alemán (1470-1515) fue un escultor-tallista español . Suyas son las sillerías de los coros de las catedrales de Toledo, Ciudad Rodrigo, Plasencia y Zamora (en esta última existen dudas sobre su autoría) y está considerado como uno de los mejores artistas en su género de todos los tiempos.
Lo que ocurre, es que según cuentan, el Maestro Rodrigo era judío converso y aprovechó estos sagrados encargos para hacer mofa de la iglesia, algo que la inquisición no vio con demasiados buenos ojos. Y ya se sabe que en aquellos tiempos, con el Santo Oficio, bromitas las justas.

La biografía de Rodrigo Duque “El Alemán” es bastante confusa. Poco se sabe de su vida y donde nació,solo sabemos que su familia era de procedencia centro-europea, de ahí su apelativo de Alemán. Pronto empezó a destacar por su increible habilidad a la hora de trabajar la madera y gracias a su talento enseguida le comenzaron a llegar encargos de las más importantes catedrales de entonces.
Pero, al parecer, el caracter rebelde e incoformista del Maestro Rodrigo, que se supone era judío converso, hizo que aprovechara su habilidad con la madera para burlarse de la santa iglesia católica delante mismo de sus narices.

Entre los diferentes motivos sacros con los que adornaba sus sillerías, Alemán tallaba otros motivos menos castos e incluyó diversas figuras zoomórficas como centauros, monos, quimeras… la mayoría en actitudes y poses obscenas, además de algunas escenitas de zoofilia y homosexualidad.

Además, el “inocente” maestro, acostumbraba a colocar estas figuras en lugares un tanto embarazosos para los frailes, pues las tallaba en los apoya brazos o en las “misericordias”, que son la pieza en los asientos del coro donde los orantes apoyaban sus cristianas posaderas.

Naturalmente, estas “inocentes” bromas acabaron llegando a oídos del Santo Oficio y cuando se le inquirió sobre lo poco apropiado de una de sus tallas, el maestro Alemán no se le ocurrió otra cosa que espetarles:

Fue acusado de blasfemo y hereje y lo único que le salvó de no acabar en la hoguera fue que intercedió por él el cabildo de la catedral de Plasencia ,quien admiraba profundamente su arte. En vez de que el maestro acabara chamuscado, el cabildo convenció a la inquisición para que “sólo” lo encerraran de por vida en la torre de la catedral de Plasencia, donde se le suministraría el material necesario para que pudiera seguir cultivando su arte.

Una vez allí encerrado, Rodrigo empezó a preparar su intrépido plan de fuga. Sólo había una forma de escapar de aquella torre y era volando, así que comenzó por ponerse a régimen y exigió que sólo se le sirviera carne de ave y además dispuso que las piezas le fueran servidas enteras, pues él mismo se encargaría de prepararlas.
A base de desplumar aves fue investigando y experimentando con ellas y estudiando su cantidad y disposición en las alas, llegando a la conclusión de que:

Como herramientas no le faltaban y con los cálculos realizados, comenzó la construcción de un artefacto plumífero. Lo hizo a base madera, telas, cueros y por supuesto, plumas.

El final de su fuga es incierto y hay versiones para todos los gustos. Unos dicen que se mató, otros cuentan que consiguió sobrevolar “más de un cuarto de legua” atravesando la ciudad aunque murió en el aterrizaje y otros dicen que logró huir. El caso es que poco más se sabe del Maestro Alemán después de aquello.

1 comentario:

cristina dijo...

el final de todo es que se estampo no? bueno pues a ver si te llega el mensaje